martes, junio 09, 2009

Yavé: un dios en soledad


Los hebreos fueron durante siglos un pueblo nómade. Su Dios atravesaba el desierto y las montañas. Los cuidaba en caso de ataque de tribus enemigas. Y los ayudaba a encontrar agua o alimento entre las rocas. Pero cuando llegaron a la tierra prometida, Yavé tuvo que aprender de los dioses cananeos que llevaban siglos atendiendo a agricultores. Baal y su compañera Asherá no buscaban ni el temor ni la soledad. Eran facilitadores de la abundancia. Recibían pedidos de lluvias y cosechas. Con sus fiestas y a través de sus relaciones aseguraban la fertilidad. Pasado el tiempo tan difícil fue desterrar el culto a la diosa madre, que el rey Josías tuvo que dictar un decreto para romper todas las vasijas y figuras que la representaban. A pesar de la advertencia de los profetas, adornaba el pueblo con guirnaldas los árboles en honor a la reina de los cielos. Los niños recogían leña para encenderle fogatas. Y las mujeres moldeaban su rostro en tortas y arcillas.