martes, diciembre 11, 2007

Dios mujer en el Monte Athos


En Grecia, muy cerca de la frontera con Macedonia, se encuentra el Monte Athos. Es el único estado monástico del mundo. Desde 1926 posee un estatuto autónomo del gobierno griego. Existen allí doce casas de ermitas y veinte monasterios.
Actualmente viven alrededor de 1600 monjes, pero en el pasado albergó a más de 5000. Guardianes de milenarios dibujos hechos con maestría. Ministros de la fe que encienden lámparas de oros macizas. Y profundos conocedores de los escritos de los primeros cristianos.
Todo en Athos busca el acercamiento a Dios. El calendario es el gregoriano y el hábito horario el bizantino. Las horas se cuentan a partir de la puesta del sol y no de la medianoche. Nadie camina en esas tierras ajeno a la admiración de lo supremo.
Hombres silenciosos, buscadores de la felicidad divina, concibieron a Athos con una ley severa. Ninguna mujer ni ningún animal hembra puede atravesar su muralla. Para nosotras, este monte que baña el mar Egeo es el rincón del mundo más impenetrable. Yo no siento lástima ni pena. Escribo con seguridad, a contramano de una historia de varones victoriosos pero ingenuos. Poca cosa es suponer que la mera prohibición de una entrada aniquile las noches cargadas de sueños de curvas y cantos de féminas.¿Es que ninguno de ellos ha leído a la sulamita rezar en el Cantar de los cantares: nosotras somos la rosa de Sarón y el lirio de los valles.? Yo no se cuando será la tarde en que alguna de nosotras camine por los pasillos de un monasterio de Athos. Cuando pronunciaremos nuestras palabras en aquel viento. Cuando acunaremos allí a nuestros niños y a nuestras niñas. Pero estoy segura. Así será un día sin venganza. La verdad liviana y sencilla de nuevo cursará las aguas. Entonces un monje en su celda solo, sabio, tal vez viejo, reconocerá que Dios también es “La inconmensurable”.

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