miércoles, octubre 27, 2010

Remedios Varo: la ciencia del sueño escrita con pinceles

Hace unos años que los surrealistas han proclamado un arte nuevo. Esta joven catalana ha compartido con ellos charlas y exposiciones en los cafés de París. Pero cuando Francia es ocupada viaja a México para preservar su alma. Desde niña Remedios Varo ha conocido sueños inoportunos y desiertos de arenas movedizas que se acumulan debajo de la cama. Por eso, desde el extenso universo de su imaginación, pinta y pinta. En sus cuadros una mujer puede abrir un cofre y encontrar a su doble. A las aves les está permitido tener violines en los pechos y los vampiros pueden ser vegetarianos. Poco le influyen la necesidad de fama o el reconocimiento de los críticos de arte. Ama el aislamiento, la lectura tranquila de textos alquimistas, el cuchicheo de las plantas. Es pintora, no para detener un instante del mundo sino para crearlo.

martes, junio 29, 2010

Alaide Foppa: una más


Hace tiempo que vive en México. Con 65 años da conferencias, funda una revista femenina, tiene un programa de radio, escribe poesía y una vez por semana dicta clases de sociología en la Universidad. Como llega diciembre, mes de fiestas, Alaíde decide visitar a su madre enferma. Con dolor en el pecho llega a Guatemala. El ejército de la Guardia Nacional hace solo unos meses, ha matado al menor de sus cinco hijos. Ahora es ella la que camina con miedo por las calles que gobierna Romeo Lucas García. Y no es para menos. Cerca del mercado de artesanías de la zona 13, la alcanzan y la secuestran dos hombres del escuadrón de la muerte. Conocida la noticia, intelectuales de todo el mundo piden por esta académica, honesta y generosa. En México, sus compañeras de la revista FEM, envuelven su nombre en reclamos y oraciones. Cada día piensan: “Ya regresará” “Ahora va a abrir la puerta y entrar”, “Sonará el teléfono y la oiremos”. Pero ella ni vuelve ni llama. Jamás se supo tampoco el lugar donde fue a parar su cuerpo. Sin tumba y sin sitio donde llevarle flores, Alaide Foppa pasó a engrosar la larga lista de desaparecidos latinoamericanos.

viernes, mayo 28, 2010

Gabriela Mistral recibe el premio Nóbel

Mientras la segunda guerra del mundo trata de terminar, en 1945 la radio de Estocolmo anuncia la concesión del Premio Nóbel de Literatura. Para sorpresa, Europa por primera vez reconoce que también en Hispanoamérica hay poetas. A una maestra rural chilena se le otorga el galardón que quita el sueño a más de uno. De brasil donde es cónsul Gabriela Mistral se sube a un barco de nombre Ecuador y llega a Suiza. No han podido elegir a escritora más humilde y austera. El día esperado fue en diciembre. Más de 3000 invitados hay en el Palacio de la Filarmónica. Cuando es proclamada, desciende del estrado y recibe con un lento movimiento de manos el diploma y la medalla que le ofrece el rey. La poetisa dice muy pocas palabras. Tan pocas que hay quien comenta: que raro siendo una escritora, que viaje tan largo para un discurso tan corto. Ella está vestida con un tapado sobrio que le presta una embajadora y zapatos de taco bajo. No lleva otros ojos que los que vieron la luz de su valle de Elqui. Un perfume sacado de esas viñas y esos higuerales. Sus gestos casi puros de partir el pan, comer las uvas, poner los pies con pesantez en suelo quebradizo. Para distinguirse, la cordillera de los Andes no necesita ni  grandes discursos, ni  joyas, ni sombrero.

domingo, mayo 02, 2010

Carol Dunlop y Julio Cortázar: los autonautas del cosmoamor


En un viaje por la autopista del sur que une París con Marsella, el será el lobo y ella la osita. El indomable Farner, un dragón rojo Volkswagen que los llevará a rienda corta de paradero en paradero. Es un juego de treinta y tres maravillosos días fuera del tiempo. Una fiesta a la vida sobre una larga cinta de asfalto caliente. Todas las mañanas se besan los labios y se ofrecen su alegría de enamorados. Jugos de naranjas mirándose y montañas de café. Con ese estado de ingravidez, la felicidad les sale por los ojos y la detienen escribiendo juntos. Cuanto más avanzan más se gozan. Terminan llenos de planes. Amarse todavía más intensamente. Al regreso un mal que no es pasajero le arrebata a Carol su luz, su sonrisa, su entusiasta vivencia del sol y del mar. Cortázar edita este libro, en una soledad agobiante. Dejándose doler recuerda. Compagina las fotos. Y limpia los textos ya escritos. Subida a esas palabras, desde la muerte, ella busca abrigarlo.

domingo, abril 18, 2010

Tamara Lempicka: representante máxima del art decó

Los que la critican hablan de su mundo fácil, despreocupado y superfluo, mientras su país late bajo la revolución roja. Para no desmentirlo ella se pinta con largos guantes amarillos, en un famoso Bugatti verde. Y en las fotos aparece con pulseras anchas, fumando cigarrillos en boquillas de ébano. Tamara abandona Rusia y vive en Francia, Italia y Estados Unidos retratando a aristócratas, condes y reyes que añoran el esplendor de la nobleza. Pero sobre todo pinta innumerables mujeres con cuerpos que derrochan vitalidad en una técnica perfecta. Arte por el arte. Y también por dinero. Entonces un cambio. Para conocer su sombra, se recluye en un convento en Suiza. Solo allí comienzan a aparecer campesinos, viejos con mandolinas, mujeres con niños, vírgenes y una madre superiora con tristísimos ojos azules.

miércoles, abril 07, 2010

Un ángel en el piano: Martha Argerich


El Colón, el gran teatro de ópera de Argentina, está lleno de gente. Martha Argerich, aparece por la derecha, saluda tímidamente y se sienta en la butaca del piano. La orquesta sinfónica de la ciudad comienza la breve introducción del concierto de Schumann en la menor. Es uno de los más grandes conciertos para piano de todos los tiempos. Entre sinfonía y gran sonata ha sido interpretado por los artistas más renombrados. Esta vez la forma es prodigiosa. Los acordes son veloces. Precisos. Con una transparencia única. No es solo mera técnica. Cada nota hace brotar del alma un torrente indescifrable. Cuando finaliza, la ovación es tan inevitable como lógica. Martha tiene esa noche solo 10 años.

sábado, abril 03, 2010

Dora Maar: musa y fotógrafa

El encuentro ya es mítico. El café Deux Magots de París está lleno de gente y ruido. En una de las mesas una mujer elegante juega con una navaja. Sin precisión hace muescas en la mesa. A menudo se lastima y la sangre mancha sus guantes negros. Es pintora y fotógrafa. Una mujer independiente, moderna. Amiga de surrealistas ha sido amante de Georges Bataille. Un poco más allá un señor ya entrado en años, bajo y canoso conversa con Paul Eluard. Es un famoso pintor español y se siente atraído por el rojo que brota de las manos cortadas. Cuando se le acerca y le pregunta en francés ella le responde en castellano con acento argentino terminándolo de cautivar. Durante meses él pintará sus facciones graves, entre tristes y desesperadas. Hasta que el gobierno español le hace un encargo y decide inmortalizar el bombardeo alemán a un pueblo del país vasco. Ella ya se ha convertido en su compañera. Es también la única que puede estar cerca cuando el pintor trabajaba. Incluso obtiene un permiso que hasta ahora nadie ha logrado: fotografiar cada día los bocetos. Pablo Picasso copia su rostro para las cuatro mujeres que aparecen en el cuadro más famoso del siglo XX. Dora Maar es quien se retuerce de dolor al lado del toro impasible. Quien grita junto al caballo y el guerrero muerto. Es también la que llorando porta la luz en el Guernica.

sábado, marzo 27, 2010

Charlotte Salomón, buscando la vida




Se llama Charlotte Salomón y está llena de miedo. Todas las mujeres de su familia se han suicidado. Su madre. Su abuela. Su bisabuela. Su prima. Y sus tías. Ella hace lo imposible por no querer morirse y encuentra en los colores un poco de resguardo. Su espíritu se expresa y pinta. Es joven y tiene ganas. Aparecen algunas flores. Algunas playas. Una pareja queriéndose. Después su trazo sencillo empieza a copiar soldados nazis, banderas con la cruz gamada y otros signos del horror. Un día. Un maldito día la obligan a subirse a un tren por ser judía. De inmediato se llena de un presentimiento espantoso: de esta muerte que le viene de afuera no podrá escaparse. Ni ella, ni el niño o la niña que está creciendo en su panza. Aun así, con los ojos cerrados ve el cielo que está rojo y es hermoso. De prisa alcanza a entregarle a un hombre dos paquetes prolijamente atados. En 1943, con solo veintiseis años, Charlotte es asesinada en un campo de concentración. Sus casi ochocientos dibujos pudieron salvarse.

viernes, marzo 12, 2010

Endehunna: los versos más antiguos

Sentada en su templo, descalza, Endehunna escribe en tablillas de arcilla himnos, poemas, oraciones. Ella es hija del emperador acadio Sargón y vive en Babilonia, el primer reino histórico que se tenga memoria. Mientras busca las palabras, verso a verso, enciende el fuego como suprema sacerdotisa. Los poemas más antiguos que se conocen nacieron de la mano de esta mujer. Y no cuentan ni guerras, ni conflictos, ni engaños sino alabanzas a la diosa Inanna, la gran madre del cielo y la tierra.

jueves, marzo 11, 2010

Leonora Carrington: la última surrealista con vida



En mayo de 1940, los alemanes entran a Francia. Max Ernst es llevado por segunda vez a un campo de concentración por pertenecer al movimiento de intelectuales antifascistas. Su esposa, aunque inglesa, escapa a España y se siente asfixiada por los muertos. Siente que la tierra roja es la sangre seca de la guerra civil. Su estómago se mueve como un terremoto. Contra su voluntad es internada a pedido del cónsul británico en Santander. Allí se da cuenta que Covadonga, Amachu y Abajo no formaban parte de Egipto, China y Jerusalén, sino que son pabellones para dementes. Colgada a los barrotes como un murciélago, decide escapar de manera urgente. Cuando por fin llega a México, los personajes suben y se acomodan solos en sus cuadros. Hay mujeres que al mismo tiempo son ramas, nidos y pájaros. Monjitas que se ahogan en el vaso de agua de su virtud. Nigromantes y astrónomos de larguísimos sombreros. Minotauros que comen en mesas. Bosques de fantasmas, de larvas y de hongos venenosos. Vasijas que crean ríos. Leonora, no puede ni quiere explicar nada. Que cada quien entienda a su manera.

sábado, marzo 06, 2010

Renee Vivien resucita a Safo


Aunque solo vivió 32 años viajó para conocer las maravillas egipcias. El encantamiento de los faraones desaparecidos. A Isis con las alas verdes que protegían a los muertos. A Anubis con cabeza de buitre pesando su corazón en la balanza suprema. Vio el altar terrible de la antigua Eleusis. Las piadosas y paganas bellezas de Sevilla. La interminable Arabia y sus mil caravanas. La cada vez más pálida Venecia. Egipto replegado frente a la gran Esfinge. Las ordas sordas de Mitilene. Las frágiles voces japonesas de Yeddo. Los rostros dorados de China. Renee vive errática. Los hombres y el matrimonio la ofenden. Lánguida, melancólica, extremadamente sensible, regresó a París, a su apartamento en la avenida de Bois de Boulogne. Para ver más. Para resucitar a la mítica Safo de Lebos. Para probar que era posible escribir sin disimulos sobre sus amores con otras mujeres. Para regalarles sus ojos. Aquellos que vieron tantos crepúsculos, tanto mar, tantas violetas.

viernes, febrero 26, 2010

Lola Mora a puro cincel

A principios de siglo, la fuente de las Nereidas perturba el sueño de las ligas moralistas de la ciudad de Buenos Aires. Lola Mora ha creado a la diosa Venus en mármol de carrara, surgiendo desnuda de una concha marina. La acompañan mujeres y atléticos varones también al descubierto. Los defensores del decoro logran que la estatua no se coloque en la avenida Leandro N. Alem, demasiado cerca de la catedral. Pero tritones y  ninfas encuentran lugar en el Paseo del sur. Mientras se desgastan las infamias, nada puede detener la música que nace de esos cuerpos de piedra.

jueves, febrero 11, 2010

Los grises de Romaine Brooks

Su estudio era un cuadrado acristalado en lo más alto de París. Ni pesimista ni optimista. Con temperamento venturoso. La veo vibrando detrás de su pincel. Sus objetos no son las naturalezas muertas sino las mujeres que quiere y desea. Aquellas que sin hipocresía, se mueven horondas ventilando verdades.  Que hacen temblar miedos y copas. Para Romaine Brooks un hombre no es solo un hombre. Y una mujer es más que una mujer. Grises también son las tormentas, las fábricas, los trajes, los rostros. Y días hermosos con cuerpos que dejan leerse y acompañarse. En sus cuadros Ida Rubeistein es Venus. Nattalie Barney, a quien amó durante 50 años, es La Amasona. Elsie de Wolfe posa junto a una cabra y la Baronne d´Elanyer se acompaña con una pantera. Yo veo a Romanine sin sombrero, pelo corto vestida con capa, moviéndose con el viento del mar. Toda ella sin prejuicio y plena con sus grises. Aunque me imagino que a veces cansa mantener tanto tiempo prendida la hoguera. También llueve y hay viernes que son tristeza. Dicen que siendo una anciana vivió en una casa con cortinas negras, sintiendo temor a que los árboles del jardín le terminaran de chupar la vida.

viernes, febrero 05, 2010

El no de la reina Vasti


"Mas la reina Vasti no quiso comparecer a la orden del rey enviada por medio de los eunucos; y el rey se enojó mucho, y ardía en ira" (Ester 1: 12).

Yo que vivía entre joyas y lujos, sabía también de la muerte estando viva. Esa noche desperté sobresaltada cuando uno de mis eunucos entró a la habitación. Encendí la lámpara y escuché sin inmutarme la nueva orden de mi esposo, el rey Asuero. Sus palabras caían como piedras en el agua de mi pecho. Podía escuchar las risas en el comedor. Imaginarme los cuerpos excedidos por tantos barriles de vino. Jefes de provincia, personas notables de Persia y Media y por supuesto, el rey jactándose de la propiedad de mi belleza. En mi vida no estuve ni estaría más asustada que en aquel momento. Pero tenía dignidad. Y una firmeza que me ponía a salvo de cualquier venganza. Sabía que el pedido era para desmerecerme. El rey ordenaba que me llevaran a la fiesta vestida con una corona para que otros hombres ebrios admiraran mi belleza. Por eso, por primera vez dije simplemente: no. Al decirlo no levanté la vista porque estaba llena de mi misma. Luego me di vuelta, muy despacio. No era un caballo. Era una mujer. Volví a recostarme y soñé lo mismo que la noche anterior, y que otras muchas otras veces en los últimos meses. Soñé que me sumergía en el agua y que cuando salía era una ninfa. Nadie en todo el imperio pudo presentir mi decisión. Nosotras, las mujeres de siempre, reinas o plebeyas. Las coreutas, las bailarinas, las costureras, con malvones en los labios, acudíamos desde hace siglos corriendo a cumplir sus pedidos humillantes. Esa noche rompí ese libreto a patadas. Ellas no pudieron, yo podría. Que nos devolvieran las palabras, los olores perdidos y los años que parimos en silencio fingiendo que todo daba igual, que ya nada cambiaría. Pero en el palacio sólo había ángeles rendidos, pájaros sin alas, embrutecidos consejeros borrachos, perros viejos meando entre las piernas. Y nada de comprensión. Nada de la felicidad. Nada de nuestra felicidad. Aquella que le prometieran a nuestras madres y a la madres de nuestra madres. Todo en esta ciudad olía mal. Cuando el rey supo mi respuesta se llenó de odio e ira. Experimentó la zozobra de la desaprobación. Y se inventó mordiscos falsos y agresiones. Sus consejeros no dudaron en sentenciar que al no obedecerlo, había ofendido a su majestad, a todas las autoridades, a todos los jefes del rey y en definitiva a todos los hombres. Solo ellos eran los amos de nuestras casas. El edicto fue estricto y la represalia excesiva: nunca más podía presentarme delante del rey. Menos realizar una defensa. Desde ese día debí dejar mi título de reina para que otra mujer más digna lo ostentara. Ya fuera del palacio, comía una sola vez al día. Disponía de tiempo y silencio. Poco a poco fui olvidándome de los lujos, de las fiestas, del templo. Me di cuenta que nada había sido fruto de locura o de un estado de agitación transitorio. Desde que salía el sol hasta que caía la tarde, desbandaba las hormigas coloradas que subían a mi mesa. Amasaba el pan. Sembraba oréganos y helechos. Venían a mí las palabras que alguna vez alguien lanzará al mundo. A salvo de todo temor, descubrí que aquella noche en que dije no, había desplegado mi voluntad. Y me di cuenta que esa es la mayor autoridad del mundo. Había sido una lucha, una batalla sin violencia. Había si, perdido una corona pero mi pecho latía sin angustias y sin prisa. Un solo cuerpo con infinitas ramas. En aquel tiempo muchas mujeres del reino clausuraron puertas y ventanas. Improvisaron altares en las grutas y los fueron llenando de madreselvas. Se quitaron los prendedores y las sortijas y se dispersaron por el mundo con pequeños baúles de madera. Pudieron saltar. Fueron, como nunca antes, dueñas de sus casas. Tuvieron irresistibles deseos de vivir.