viernes, mayo 28, 2010

Gabriela Mistral recibe el premio Nóbel

Mientras la segunda guerra del mundo trata de terminar, en 1945 la radio de Estocolmo anuncia la concesión del Premio Nóbel de Literatura. Para sorpresa, Europa por primera vez reconoce que también en Hispanoamérica hay poetas. A una maestra rural chilena se le otorga el galardón que quita el sueño a más de uno. De brasil donde es cónsul Gabriela Mistral se sube a un barco de nombre Ecuador y llega a Suiza. No han podido elegir a escritora más humilde y austera. El día esperado fue en diciembre. Más de 3000 invitados hay en el Palacio de la Filarmónica. Cuando es proclamada, desciende del estrado y recibe con un lento movimiento de manos el diploma y la medalla que le ofrece el rey. La poetisa dice muy pocas palabras. Tan pocas que hay quien comenta: que raro siendo una escritora, que viaje tan largo para un discurso tan corto. Ella está vestida con un tapado sobrio que le presta una embajadora y zapatos de taco bajo. No lleva otros ojos que los que vieron la luz de su valle de Elqui. Un perfume sacado de esas viñas y esos higuerales. Sus gestos casi puros de partir el pan, comer las uvas, poner los pies con pesantez en suelo quebradizo. Para distinguirse, la cordillera de los Andes no necesita ni  grandes discursos, ni  joyas, ni sombrero.

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