jueves, marzo 29, 2007

Para Cándido López solo los muertos pueden ver

Cándido López fue un autodidacta. Retratista al óleo y fotógrafo daguerrotipista ambulante en algunas ciudades de la Provincia de Buenos Aires, se alistó como voluntario en la Guerra del Paraguay, a comienzos de 1865. Un casco de granada le hirió la mano derecha en la batalla de Curupayty por lo que se le amputó el brazo derecho. Aún así, años más tarde comenzó a pintar sus óleos sobre la contienda. Con los croquis que había tomado durante las campañas militares, recreó el infierno. Pobre al extremo y padre de doce hijos, no quería vender sus cuadros sobre la guerra a un particular y como el Estado argentino tampoco se los compraba, terminó pintando naturalezas muertas que firmaba como Zepol (López al revés) para no traicionarse a sí mismo.
Los cuadros sobre la guerra alientan un minucioso interés por la descripción de la realidad. Las telas son muy horizontales, en una proporción de uno a tres. Los detalles de acciones múltiples y simultáneas en escenarios naturales. El punto de vista alto da aún más profundidad a las perspectivas. Las líneas son simples y firmes. Hay mucha tierra roja, cielo, ríos, esteros, árboles y montes. Yo los ví. Los soldados empujan cañones, lanzas, caminan en los campamentos. Pero los que viven no tienen ojos. Para Cándido López solo los soldados que han atravesado la muerte pueden ver.