Un maestro Zen decía que el tiempo sólo existe en relación con nuestra experiencia, con nuestra producción, con nuestro ser. Cuando nada se produce, no hay tiempo, el tiempo no existe.
Por ejemplo, cuando tenemos un año, este primer año nos parece largo, muy largo. Cuando cumplimos dos, nos parece que ese segundo año ha pasado más rápido, porque ya tenemos la experiencia, la conciencia de haber tenido un año. Y así, diez años, veinte años, treinta años. El tiempo pasa más y más rápido y en una sola vida no se hacen demasiadas cosas importantes. Cuando queremos despertar, salvar la conciencia para toda la eternidad, nos damos cuenta de que tenemos poco tiempo. Hay poco tiempo para hacer cosas importantes. Por ejemplo, si yo le digo a alguien: “Hola, ¿cómo andás?”, esa persona me contesta: “Hola, más o menos ¿y vos?”. “Bien, creciendo la panza. Sintiendo como se mueve la bebé adentro mío” Entonces se produce una relación, un conocimiento, un recuerdo, una marca sobre la ruta de nuestra vida, un tiempo.