viernes, agosto 07, 2009

Betsabé


Cuando la vio se apoderó de él una infinita ternura. Y un deseo insondable de poseerla. De hacerla suya para siempre, aunque ella tuviera marido. Era extremadamente hermosa. Su voz, profunda. Se movía lentamente. La abrazó con una brutal fuerza. Y al penetrarla ella gritó de dolor y sintió que todos los hombres son hombres, aunque algunos se hagan llamar reyes. Con el tiempo David llegó a no entender como había podido vivir sin Betsabé. Ella lo despertaba a la mañana, lo untaba con óleos, le raspaba la suciedad, le servía la comida, lo acompañaba cuando tocaba la lira. Sentada un poco detrás de él, lo ayudaba en su función de juez susurrándole que no solo diera castigos, sino también perdonara. Betsabé fue lo más divino que tuvo en su vida. El rey David pertenecía a dios pero dios debía ser como ella.

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