miércoles, octubre 13, 2004

Era

Era la noche esquiva. La promesa latente. El río inmenso y rápido con mensajes amarillos.
Era un puente romano. Un sauce llorando. La verdad de estar sobretodo en ninguna parte.
Era la noche con su luna de siempre distinta. Los colores sin nombre. Los amigos de la tarde. El sueño repetido. El silencio oscuro. Los grises empañados.
Era esto de ser buscando sin saber qué. De esperar sin comprender dónde. Era yo con mi soledad tan compañera.
El pocillo en la mesa. La mesa en el suelo. La luz encendida. El collar de semillas. El dulce de leche en la cara. Tu mano en la mía.
Era el Brasil en un CD. Una mujer que a veces fue feliz. Pero sobre todo muchas veces fue mujer.
Era esto de sentir que la vida es aquello que sucede entre dos cosas que los demás creen importantes. Los tiempos para otros improductivos. Los segundos intermitentes.
Era todo lo que puede ser. Y un poco menos a veces. Y un poco más las más.
Y era también lo que no sucederá nunca. Lo que quedará para siempre suspendido entre los magentas invisibles.

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